¿CÓMO SE DETECTA LA DISGRAFIA Y CÓMO SE APRECIA?


Más allá de los criterios diagnósticos, podrás percatarte de que tu niño tiene una disgrafia si:


§  El tamaño de las letras es excesivamente grande o muy pequeño.
§  La forma de las letras está distorsionada.
§  Existe una inclinación apreciable lo mismo al nivel de línea que al nivel de letra.
§  El espacio entre las letras y/o las palabras pueden ser demasiado grande o muy junto. De esta manera, las letras parecen desligadas las unas de las otras.
§  El tipo de trazo es inadecuado, ya sea porque es muy suave y apenas perceptible o porque es demasiado grueso.

Es precisamente este tercer componente el que se ve afectado en las personas con disgrafía.


En teoría, los movimientos propios de la escritura deben irse consolidando en la misma medida en que madure el sistema nervioso central y periférico. Es decir, con el desarrollo del niño, ya que este va ganando en tono muscular y en coordinación viso-espacial.

Para que el niño desarrolle una escritura correcta es necesario que posea una serie de habilidades básicas como: destreza psicomotora general (capacidad de inhibición, de control neuromuscular, independencia segmentaria, coordinación óculo-manual y organización espacio-temporal); coordinación funcional de la mano (independencia mano-brazo de los dedos, coordinación de la prensión y la presión) así como unos hábitos neuromotrices correctos y bien establecidos (visión y transcripción izquierda- derecha, rotación habitual de la mano, mantenimiento correcto del lápiz).

Para alcanzar una caligrafía correcta, el niño debe encontrar su propio equilibrio postural, la manera menos tensa y fatigada de coger el lápiz, orientarse en el espacio sobre el que va a escribir y asociar la imagen de la letra a los sonidos y a los gestos rítmicos correspondientes. Como se puede suponer, es un proceso bastante complejo. Y también es por ello que el diagnóstico de la disgrafia no se realiza en edades tempranas del desarrollo.

Precisamente porque la disgrafia está íntimamente relacionada con el control motor, en ella inciden muchísimos factores como una postura incorrecta, un soporte inadecuado para escribir, deficiencias en la prensión y presión o un ritmo escritor demasiado lento o excesivo.





Sesiones y consultas

Dra. María Teresa Charún
Psicóloga Clínica Educativa
Máster en Salud y Bienestar Comunitario
Universidad Autónoma de Barcelona - España

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